Ø Fábula
Un día llamo al Zapatero y le dijo:
__Vamos a ver, mi buen Gregorio, ¿Cuanto ganas al año?
__ ¿Al año? __contesto el Zapatero, perplejo__. Dispense su merced, pero jamás saque esa cuenta. No me queda una moneda de una día para otro. Me doy por contento con llegar al cabo del año, comiendo el pan nuestro de cada día.
__Pues bien: ¿Cuánto ganas en un día?
__Unas veces más, otras menos. No seria malo el oficio, si no fuera porque hay muchos días en que no se puede trabajar. Nos arruinan las fiestas.
El Capitalista, que lo que quería era encontrar la forma de que el Zapatero dejara de cantar, le dijo:
__Quiero ayudarte… Toma estas cien monedas guárdalas para una necesidad.
El Zapatero creyó ver reunido todo el oro que la tierra había producido en cien años. Volvió a su casa y escondió en la cueva su caudal y sepulto con el su felicidad y sus cantos.
Perdió la voz en cuanto obtuvo lo que causa nuestras zozobras. Huyo el sueño de su hogar, tuvo por huéspedes afanes, alarmas y recelos. Todo el día estaba al acecho, y de noche si andaba por la casa un gato y hacia el menor ruido, el gato era un ladrón que iba a robarle su tesoro.
Al fin, un día, el pobre hombre fue a buscar a aquel vecino a quien ya no despertaba con sus canciones matutinas, y le dijo:
__ Vuélvame su merced, mis cantos y mi sosiego, y tome sus cien monedas…
La felicidad esta en uno mismo, si nos conformamos con lo que tenemos.
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